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“En un momento así, hay que poner el foco en la educación y en la investigación internacional”

Humanidades Publicado el 06/05/2025

Fiona Hill, Investigadora Principal en Política Exterior en Brookings Institution y asistente adjunto del presidente de EEUU entre 2017 y 2019, ha hablado de ‘Geopolítica y resiliencia en un mundo incierto’ en la Fundación Ramón Areces.

 

Madrid. 6 de mayo de 2025. Fiona Hill, Investigadora Principal en Política Exterior en Brookings Institution y rectora de la Universidad de Durham en Reino Unido, considera que “en un momento de incertidumbre como el que estamos viviendo, hay que poner el foco en la educación y en la investigación internacional”. Durante una conferencia en la Fundación Ramón Areces organizada con Minda de Gunzburg Center for European Studies Harvard, Hill ha analizado la ‘Geopolítica y resiliencia en un mundo incierto’. Hill, que ejerció como asistente adjunto del presidente y director principal de asuntos europeos y rusos en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos entre 2017 y 2019, en el primer mandato de Donald Trump, ha insistido en la educación como la mejor arma para responder a las nuevas preguntas y a los retos que tenemos por delante.

Fiona Hill ha explicado durante su conferencia que ahora mismo en Occidente detecta una brecha generacional importante. “Los jóvenes a nivel global sienten un rencor hacia los mayores y eso está trasladándose a la política nacional e internacional”, ha asegurado. Se ha referido, asimismo, al “gran debate sobre la inmigración en Estados Unidos y Europa”. “Vemos que los inmigrantes vienen a buscar un futuro, pero la población occidental siente que ha perdido su identidad y se preocupa por el reparto de los recursos que se están agotando. Ven con nostalgia el pasado”.

En ese escenario, Hill considera que hay una serie de cuestiones por resolver: “Quién decide qué cambia en estas sociedades, quién paga por esos cambios, quién se beneficia de los cambios y quién puede garantizar a los demás un futuro”. Y ha añadido que “todos los países tienen que modificar sus instituciones y políticas para adaptarse a estas nuevas realidades”. En ese escenario, Hill ha alertado de que “los partidos populistas complican mucho la cooperación internacional”.

A juicio de esta investigadora británica, hay que analizar bien todos los temas sociales y económicos y por qué los jóvenes están decepcionados con el sistema político. “La educación es la solución, transmitiendo desde la niñez la idea de resiliencia. Hay que enseñarles esas habilidades que les ayudarán a transformar sus comunidades. Hay que facilitarles nuevas herramientas para responder a estas nuevas demandas. Si pensamos en la educación de esa manera, la veremos también como una inversión. También tenemos que aprender de los errores del pasado y encontrar nuevas maneras de pensar”, ha añadido.

Hill, que también es miembro de la Junta de Supervisores de la Universidad de Harvard, ha recordado que estos centros académicos han sido los impulsores del desarrollo en Estados Unidos desde la guerra civil americana. “Todas las universidades querían trabajar en esa modernización”, ha asegurado. Y ha puesto como ejemplo a las Universidades de Harvard y Boston o al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que surgieron en el noreste de Estados Unidos para impulsar esa zona.

Hill también ha encontrado ejemplos más cercanos del papel que ejercieron las universidades en el desarrollo de las sociedades. “Alemania ha invertido mucho en educación y su educación pública se ve como un instrumento de cohesión social, por eso encontramos sus universidades dispersas por todo el país. Cuando se abandonó la economía del carbón y el acero en la región del Rurh, se invirtió en universidades en esa zona”.

Fiona Hill también se ha referido a los partidos populistas como “obstáculos para la cooperación internacional”. Y ha detectado que en Reino Unido las áreas donde ha habido más desarrollo de las universidades se ha producido menos populismo. “Allí, desde la I Guerra Mundial, fomentar la educación se ha visto como un antídoto contra la demagogia. Hace 100 años, la idea de tener una población bien educada y formada era la manera de evitar la autocracia. La educación era la base para conseguir una población resiliente que aprendiera del pasado”.

Hill ha explicado que “en Estados Unidos, hasta la fecha, nadie se fijaba en el impacto económico que suponen las 6.000 universidades y sus más de 18 millones de estudiantes que hay en el país”. “Nadie ha recabado datos sobre qué impacto tiene eso en la economía. La investigación ya no se ve como algo esencial en los Estados Unidos, sino como un elemento de lucha en estas guerras culturales. Aquí en Europa se da por sentada la importancia del descubrimiento científico, pero en Estados Unidos se está poniendo en tela de juicio. Se han desmantelado bibliotecas, asignaturas, ensayos clínicos… algo que nunca se hubiera pensado” .

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